Forever Alfred *

La última aventura que os conté fue nuestro paso por Las Vegas. Mucho tiempo ha pasado ya de eso y la verdad es que también muchas cosas, como es lógico. Para recapitular un poco, empezaré donde lo dejé, aunque no lo haré largo.

La semana después de nuestro viaje por la otra punta del país se acabaron las clases. Y la segunda semana de diciembre se inició el período de exámenes. Yo tuve bastante suerte y de las cuatro asignaturas que estaba cursando solo hice examen de una, examen que, por cierto, fue igual de fácil que los dos anteriores. Además de eso, tuve que acabar el Research essay (que hice sobre el sistema de la seguridad social en EE. UU.), hacer un portafolio y un par de redacciones. La verdad es que, acostumbrada a los períodos de exámenes de la UJI, eso no fue nada.

El fin de semana siguiente era el último que íbamos a pasar los cuatro españoles juntos. Bea se iba el domingo y Mario el martes. Ese viernes Bea y yo dejamos nuestras respectivas residencias y nos mudamos al apartamento de nuestros compis (una vez más, nos "echaron" de las residencias, porque se ve que en el precio que habíamos pagado no entraban esos días ¬¬). El resto de estudiantes internacionales que vivían en la International House cogieron el primer bus del sábado. Eso sí, el viernes por la noche hicimos una minicena de despedida.

Ese finde lo aprovechamos, entre otras cosas, para recuperar las partidas al Risk y a los Colonos de Kamchatca (ya no sé ni cómo se llama, de tantos nombres que le pusimos) que nos habíamos perdido. 

Y, por supuesto, cumplimos lo que al poco de llegar "prometimos", nos pedimos "The Big One" del Fox's. ¡No he visto pizza más grande en mi vida! Y qué buena que estaba. Además, nos hizo de 2 x 1, la compramos un día y nos alimentamos dos.

El finde se pasó rápido y, cuando nos dimos cuenta, nos quedamos Juanan y yo solos. Y casi literalmente, porque la mayoría de estudiantes volvieron a sus casas (obviamente, poca gente vive en Alfred). Era martes y no nos íbamos a Nueva York hasta el lunes. Sin embargo, el que nos quedáramos solos no significó que nos aburriéramos. Hicimos pocas cosas, pero las que hicimos las disfrutamos, aunque en ese momento no nos diéramos cuenta.

Hicimos nuestra última compra en Walmart y Wegmans, en la que, como siempre, cargamos; visitamos un par de veces la Book Store para comprar los últimos recuerdos de la universidad; fuimos al banco a pedir que nos ayudaran a acabar con nuestra colección de monedas de 25 centavos (que pudimos acabar); vimos películas; fuimos a por las notas (que, por cierto, a mi me fueron muy bien: A, A, A y A-); dormimos (mucho); comimos (mucho); vimos nevar; jugamos al Risk con nuestro vecino Prosper; nos acabamos la mezcla de pancakes; vimos ciervos (como siempre de tres en tres); y, no podía faltar, nos hicimos las últimas fotos por el pueblo que había sido nuestra casa durante más de cuatro meses. 

En una de esas sesiones de fotos, quisimos hacer lo que un día dijimos y no hicimos: hacernos una foto en el campo de fútbol de la universidad en medio del logo. El problema era que estaba nevado, y no nevado de un poquito, sino nevado de casi un palmo de nieve. Challenge accepted. Fuimos al campo, buscamos el logo y lo destapamos. Estaríamos más de una hora quitando nieve, pero conseguimos lo que queríamos.

La semana se nos pasó volando, para nuestra sorpresa. Cuando quisimos darnos cuenta estábamos haciendo las maletas. Nos parecía ayer cuando decíamos "Nuestro último sábado en España, nuestro último domingo en España" y en ese momento era "nuestro último sábado en Alfred, nuestro último domingo en Alfred".

El domingo, para despedirnos como tocaba del Fox's, nos pedimos nuestro último Club Wedgie. Sin palabras. Por la noche nos preparamos un par de tortillas y de sándwiches y una lasaña para el camino y para nuestra llegada a Nueva York. El lunes por la mañana, bien temprano, bajamos por última vez las escaleras del apartamento, cogimos por última vez en bus, pasamos por última vez por Main Street; vi por última vez mi residencia a lo lejos, vimos por última vez la parada de panochas en la que paró el autobusero cuando vinimos por primera vez... Eran nuestros últimos momentos en Alfred, nuestros últimos días en Estados Unidos.


* Forever Charmed

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